Monday, November 26, 2018

Rota

Puedo ser esa mujer. Puedo ser la que espera. Puedo ser la que se queda callada y no pide nada. Puedo ser la que es fiel aún sabiéndolo en otra cama. Puedo serlo. Lo fui por mucho tiempo. Perdí mi voz, perdí mi corazón y perdí hasta la razón. Siempre sentada, siempre cerrando la puerta con seguro para que nadie más entrara. Puedo volver a serlo. No quiero.
Amarte, así como yo lo hice, me dejó sin ganas de ceder. Me dejó sin la menor intención de volver a entregar todo sin esperar nada a cambio. Me quedé sin ganas. Me quedé sin lágrimas. Me quedé sin esa persona que no le tenía miedo a nada. Me llené de dudas. Me llené de preguntas de las que ya tenía respuesta. No, no eres tú. No, no soy el amor de tu vida. No, no soy la mujer con la que eventualmente terminarás por sentar cabeza. 
Ahora, después de tanto tiempo, me sigo preguntando si me rompí yo sola o si te dejé romperme. Después de todas esas lágrimas, de todos esos perdones, de todas esas ilusiones, sigo pensándome insuficiente. Después de todo este tiempo, toda esta gente, sigo creyendo que soy yo la que está rota. Pero si no me he roto yo sola. No me he desgarrado el alma así, como si no fuera nada, yo sola. Me has hecho creer que no está bien querer a alguien y dejarse querer. Me has hecho sentir que no hay forma que alguien más me pueda querer. Si tú, que conoces todo de mí, no me has querido, la culpa la tengo yo. La que no tiene remedio soy yo. Porque a ti, a ti, si te han querido. Te ha querido más de una. A mí, no me ha querido nadie. 
Soy yo. Soy yo la que ya no quiere querer. Soy la que busca ser esa persona para él, el otro y aquel. Porque nadie me puede querer. Porque enamorarse a estas a alturas de alguien tan rota, no es de persona sensata. Entonces, está bien. Entonces, tomo lo que se dignan a dar. Porque siempre fue así. Porque contigo me mantuve enamorada más de la cuenta y así, con lo poco que me diste, fui feliz. No me dabas las buenas noches, no me dabas las cenas, los regalos, las horas del día. Me dabas tus noches completas, tus ganas. Era suficiente. 
Entre tantas letras, a veces, encuentro mi voz. Me acuerdo que no es suficiente. Que me prefiero sola. Que me prefiero con la voz fuerte y la sonrisa completa. Porque así, así si me dan ganas no sólo de quererlo a él, sino de quererme a mi. Entonces, las migajas son insuficientes, las escondidas en la noche no me alcanzan y tengo demasiadas ganas de mi cama sola y muy pocas de tenerte aquí metido. Me costó la ilusión de verme como en las películas. Me costó las ganas de encontrar dónde poner tanta alma. Es demasiado sentir para un alguien tan pequeño. Porque me cabes en medio cajón de la cómoda y yo tengo un mundo de espacio. Porque si no lo quieren todo yo ya no quiero nada. Ya me dejaron el cuento de hadas muy mal escrito y no tengo ánimos de arreglarle a alguien más la narrativa. 

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