Sunday, February 18, 2007

Tu recuerdo

Realmente me gustaría poner algo feliz. Desgraciadamente no puedo.

¿En qué momento sucedió? Antes era más fácil. Tenerte en mis brazos no era complicado. No lo era. Realmente sucedía de manera natural. Siempre estabas ahí, hablabas conmigo, me besabas y me decías que me amabas. No importaba lo difícil que fuera o lo necesario que era para mí escucharlo, porque lo decías. Tal vez subestimé ese tiempo, tal vez lo desperdicíe. Tus manos tomaban las mías con seguridad y me hacían sentir la mujer más afortunda del mundo. Me sentía grande y dispuesta a luchar contra todo, contra ella. Nunca la he odiado, nunca la he envidiado. El tiempo, siempre nos perteneció y nunca fue de ella. Ella nunca estuvo entre los dos y nunca interrumpió nuestros momentos. A veces, muy a veces, sentía culpa. Una sóla mirada me bastaba para olvidarla. No podría sentirme culpable, ¿por qué? No era yo la que mentía. No era yo la que no decía la verdad, no omitía nada. Otras veces me sentía triste por ella, pero el sólo sentir tus manos tocar mi cuerpo me hacía olvidar hasta su nombre. ¿Quién es ella? Realmente no es nadie, para mi no existe, no está, nunca ha estado. Es demasiado lo que siento para cuidar el corazón de alguien más. El mío ya está roto, el mío es el que debo cuidar, el que está vulnerable. Estoy desnuda frente a tí, nada más que esconder. Ahora lo sabes todo. No, no te vayas. ¿Por qué? Te desvaneces poco a poco. No, por favor, entre más te quiero más etérea es tu imagen. Antes era tan fácil imaginarte. Antes era tan fácil tenerte aquí y no con ella. Ahora no puedo, tu figura se transparenta. ¿Cómo es tu cara? No recuerdo tus ojos, no recuerdo tus manos. Ya no estás aquí. Te fuiste, te dejé morir. Perdón, tal vez si me hubiera aferrado más fuerte. Tal vez no sería tan díficil imaginarte. Ahora estoy sin tí y sin tu recuerdo. Ahora sí, sola sin hablarte mientras manejo, mientras me peino, antes de dormir. Ya no estás, ahora si estás con ella hasta en la imaginación. No puedo vivir de tu recuerdo, no puedo ser fiel a tu recuerdo. Estoy sola sin recuerdos y con el hueco que ha dejado tu cuerpo en mi cama. Extrañándo algo de lo que no me acuerdo. Sólo a veces, en la noche, cuando estoy a punto de quedarme dormida, siento tu mano en mi cintura y escucho tu respiración. Entonces, caigo en un profundo sueño donde corro tras una figura lejana, persigo a la luna.

Thursday, February 01, 2007

Lágrimas

Cuando las lágrimas vienen de los lugares más escondidos de nuestro ser, no humedecen el alma, la queman. Cuando un secreto bien guardado y maquillado se vuelve tan grande que el dolor que causa es demasiado, simplemente se desbordan. Esas son las lágrimas que más duelen y las más difíciles de ver. Son una rareza de la naturaleza, están en extinción. No porque no haya secretos, sino porque ya son tantos que el alma humana comienza a evolucionar para convertirse en un enorme cofre, una caja de Pandora que no tiene cerradura. Sin embargo las lágrimas que no existen están dentro, quemando, carcomiendo, destruyendo poco a poco el alma, como polillas en la madera. Los únicos que experimentan el poder y el dolor de las lágrimas inexistentes son quienes tienen esa caja dentro. Mi caja comienza a pesar, comienza a hacer que mis pies se entierren en la arena cuando camino. Mis huellas son profundas por el peso de mi secreto, de mi dolor y sobre todo de mis mentiras.

Mis mentiras dejan de ser blancas, dejan de ser inocentes. Miento a todos y sobre todo a mí. La palabra bien debe ser borrada de mi vocabulario. ¿Por qué siempre digo bien? ¿Por qué siempre sonrío? No quiero reír, no quiero decir que estoy bien, no quiero aparentar que nada pasa. Es evidente que no estoy bien, me destruyo poco a poco. Estoy cortando pedacitos de mí que voy dejando en mi camino. Nadie los recoge, se quedan ahí solitos. Nadie los quiere porque están manchados, llenos de dolor. Son mentiritas. He ido dejándolos, quién sabe donde. Ahora el problema es reconstruirme, reinventarme y dejar de destruirme. No es fácil y ha sido intentado varias veces. Me he cansado de decir, hoy será la última vez, ya no lo volveré hacer, mañana será diferente o sólo hoy. Sé que no es así, pero miento. Sonrío y miro a los ojos y contesto "Ya no”.