Monday, April 30, 2007

No eres tú, soy yo

Mira, el empoderamiento femenino trae consigo varias implicaciones. Entre ellas la imperativa negación al amor. En mi caso, por lo menos es un gran problema. En principio de cuentas porque el amor representa una piedra en el camino. No pongas esa carita. Es cierto. Bueno, para mí lo es.
Mi situación es la siguiente. Me gustaría amarte. De verdad, no desearía más que amarte. Sin miedos, sin tapujos y sin mentiras. Amarte más que a nada y poder corresponder eso que dices sentir. Sin embargo no puedo. Es más fácil decir adiós. Estoy acostumbrada. Ve el lado positivo, tampoco te pongas así. Es una señal. Es para salvarte la vida. Tal vez te amo tanto que decido dejarte ir. Eso no cualquiera. Mira que la vida conmigo no es fácil. Soy neurótica, terca, voluble y muy dramática. Tu vida a mi lado sería un infierno. Anda, no pongas esa cara. Te he dicho que es lo mejor.
La gente como yo no debe enamorarse. En primer lugar, perdería mi cinismo. ¿Qué queda entonces de mí? Me volvería cursi y dependiente. Tú no me amarías así. Calla. Lo dices sólo porque no me tienes. Todos quieren cambiarme. No es que no pueda, simplemente no quiero. Sin sarcasmo y frases hirientes no soy nada. No sería la misma, perdería mi esencia. Que no te pongas así.
Contigo lo intenté. Tómalo como un cumplido. Es más, a nadie la había dado antes explicaciones. Eres especial. Mira, que no es tan malo.
Imagina. Escribiría poemas e historias llenos de miel, cartas poco inteligentes que llenaría de te amos. No podría llenar entonces una cuartilla y sustituiría las frases sarcásticas por corazoncitos rosas increíblemente cursis. ¿Quieres eso? Yo se que no. El sólo pensarlo me revuelve el estómago. No podría escribir sobre el amor, a menos que no fuera correspondido. Ahí sí tendría que escribir. Este, desgraciadamente, no es el caso. Ya se ha escrito demasiado de amor. Es suficiente. Las historias de amor han pasado de moda. Hay que aceptarlo. Ahora debemos escribir de sexo, política y drogas. No se vende un sólo libro de amor victoriano. Ahí si pudimos habernos amado. En esa época me hubiera sido posible amarte desaforadamente. En ese tiempo sí te hubiera podido escribir interminables cartas de amor. No es que no quiera. Esto que nos está pasando representa un problema temporal. Haber vivido en otra época nos hubiera ahorrado este trance. Mira que entonces podrías pasar por mi casa, aventar piedras en la ventana para que yo saliera al balcón y escuchara tus confesiones de amor. Te miraría desde lejos y escribiría lo mucho que te amaría y desearía estar a tu lado. Ese es el problema. Ya no hay misterio, barreras, enemistades, razones para pelear por nuestro amor. Julieta podía escribir infinitas cartas de amor. Los separaba algo, cosa que los hacía más fuertes. Ahora con eso de que todos somos iguales, que la mujer puede trabajar y que la virginidad es un trámite, ya no es tan emocionante enamorarse. Amas y ¿qué? No pasa nada. Andas de novio y ¿qué? No hay formas de escribir historias de amor en estos tiempos. Simplemente no es rentable. No te pongas así. Ya te dije. Quiero ser escritora y nadie me comprará una historia en la que describa en 180 páginas la perfección de tu cuerpo. Ahora ni eso es interesante. Con eso de la cirugía plástica la belleza se compra, ya no es un milagro de la naturaleza. Mi novela no podría seguir con 100 cuartillas de lo maravilloso que es pasar tiempo contigo y lo mucho que me haces reír. Nadie me compraría ese libro. El problema aquí es que yo escribo de lo que conozco. Entonces, no puedo enamorarme así como tú me lo pides. No hay nada que nos separe. Sería feliz. A nadie le interesan las historias felices. Por algo han pasado a la posteridad las tragedias griegas. Hay sacrificios para alcanzar las metas. El mío eres tú. Perdón que sea tan directa pero es la verdad. No me puedo enamorar de ti. Es demasiado fácil. Perdería mi inspiración. No eres tú, soy yo.

Monday, April 16, 2007

Revenge

I said it. I finally looked him in the eye and pronounced those three words. “I love you”. I cannot explain with words the expression on his face. He turned pale. That’s not good. It is known that if things can go wrong, or in my own personal experience worst, they will. So they got. He not only didn’t say I love you back, but he actually answered “I don’t”. That can’t be good either.

Imagine my thrill. I felt my heart crumble and my anger rise. I was not only heart broken but filled with an imperative need for revenge. I had to get even. Luckily, I knew how.

We met in an incredibly boring party. He, of course, was with someone. He, of course, wanted me. I like that about me. I have this indescribable ability to make them fall. I’m temptation. I’m freedom. I’m no strings attached. I’m horny as hell. It’s true, I love sex. I like it even more when it is wrong. Not wrong as in not a good performance, but wrong as in “I shouldn’t be doing this”. That’s exactly my kind of wrong. I can’t help it. I just love the smell of guilt in the morning.

When I had his undivided attention and his girlfriend was staring somewhere else, I slightly opened my legs and looked straight to him. I gave him the I-want-to-have-sex look. That was enough. He approached me while his partner was in the bathroom and asked me to wait for him to take his better half home. I said yes. I couldn’t say no. How could I? I needed to have sex.

After his return we went to my apartment. We had the wrong kind of sex in my living room, my kitchen, my wooden floors, my leather sofa and my bed. However, this man had a quality I wish I had never discovered. He was actually fun to talk to and be with. That was the beginning of my end.

We repeated systematically this wrong kind of sex for several months. Also, his girlfriend became my friend. She was the kind of girl men want to marry. She was tender, cute, unthinking, dependent, home loving and willing to lose every shred of uniqueness for love, a town house and kids. She was a regular soccer mom. He loved to watch us talk and laugh together. I dare say he had images in his head which included both of us in the same bed. People should listen when they are told to be careful with what they wish for. They might just get it.

After those months I, stupidly, fell for him. I, even more stupidly, thought he had too. Then I said those three words.

I could have bathed in self-pity, cried my eyes out and then let go. However I’m just not the ice-cream eating kind of girl and I wasn’t about to start. My plan was different. It included sweet, cold and selfish revenge. I thought I could ruin his perfect relationship, just turned into engagement. I thought of different, savage and, by consequence, more fun ways to break the horrible truth about the affair to little miss perfect. However, it wasn’t enough. I wasn’t satisfied. I had to hurt him, bad. Then I thought I could find her the perfect man. That would have hurt, however I wanted him not hurt but destroyed. I wanted him to wish he was dead. I needed to break him beyond repair.

I continued my friendship with little miss perfect. That made him extremely restless. I enjoyed this fear. However, he had the wrong kind of fear. He thought I was going to tell her about the affair. I didn’t. Our friendship grew stronger. I got to learn about her soft spots and all her dirty little secrets. I found in one of them a perfect opportunity. I found the way to get even.

Turns out little miss perfect had a lesbian background. She had experienced, as many of us girls, in college. She had had gay sex. As you know, things like that are just like ridding a bike, what you learn right you never forget. I should mention once again I love sex, any kind of sex. As I said, I just love the smell of guilt in the morning.

Monday, April 09, 2007

Tentación

El cabello revuelto, la mirada taciturna, la sonrisa secreta y el caminar flojo. Después de mirarte una vez no pude borrarte. Eres como esas cosas que se te quedan pegadas y entre más quieres quitártelas más se aferran. No se como se llaman, no me acuerdo, creo que una vez me dijiste. Eres como arenas movedizas. Entre más lucho por salir más me hundo. No se en qué momento brillante de mi existencia se me ocurrió enamorarme de ti. La verdad mi vida estaba muy bien sin los desvelos, las tristezas, las sospechas, las preocupaciones, las ojeras, la opresión en el pecho, las ganas de llorar. Siempre me gustaron los hombres problemáticos, pero tú no tienes comparación. Después del primer beso no hubo vuelta atrás. Me dejaste sin aliento, sin ganas de soltarte, muerta de miedo por lo que sentía moverse en mi interior. Pensé que me era físicamente imposible enamorarme. La verdad creía que estaba rota sin opción a reparación. Como una vhs que se descompuso y no tiene sentido arreglar.

El problema era la libertad. Siempre lo fue, siempre lo será. Pensé que teniendo hombres con compromiso no había riesgo a contraerlo. Fui muy tonta al pensar que si no me pertenecían jamás sentiría ese horrible hueco en el estómago al perderlos. No sabía de lo que hablaba. Ahora ese hueco en mi cama me duele más que todas las despedidas no sentidas y las palabras vanas de adioses insignificantes. Tantas veces habían dicho “no puedo amarte” que me supuse imposible de amar. Me encontraba tranquila con esa resolución. Entonces llegaste tú con tu mirada que me desnuda, tus manos que me hacen temblar y tu voz que no me puedo sacar de la cabeza. Dijiste esas palabras que tantas veces me parecieron vacías o poco importantes. Me hiciste sentir que era posible amar y que podría recibir lo mismo a cambio. Maldigo la hora en que me engañaron tus ojos sinceros. Llegué a pensar en el futuro, algo que nunca cruzó mi mente. Nos veía caminar de la mano, sin escondernos de nadie. Nunca había sentido culpa y ahora lo hacía. Me sentía culpable y celosa. Culpable por intentar y desear con todas mis fuerzas romper algo que había comenzado, hace mucho tiempo, como lo nuestro. Celosa de no poseer ese título que me parecía absurdo y sin valor. Odiaba no estar contigo en esos momentos en que ella te besaba frente a todos y te decía amor. Me mordía los labios cada vez que ella tomaba tu mano y la abrazabas por la cintura. Me aguantaba las ganas de gritarte te quiero cuando sus labios tocaban los tuyos.


El día que dijiste se acabo sentí miedo. Pensé que lo que llegaba a su fin era lo nuestro. Era la costumbre. Dijiste que había terminado tu farsa con ella. Sentí como mi corazón enmendado después de mucho tiempo de estar roto. Me sentía completa, me sentía amada. Me tomabas de la mano sin miedo o culpa. Me besabas frente a todos y decías sin remordimiento te quiero. El te amo llegó después. No lo pude decir pero sabías que lo sentía. Sabías que mi vida había cambiado desde que entraste a ella, desde ese primer beso en la oscuridad, a escondidas.

Un día desperté y escuché como una pequeña parte de mi corazón crujía. Se estaba rompiendo de nuevo. El pánico me hizo pensar que me sentía así porque temía que ya no me amabas. Las dudas comenzaron a rondar mi cabeza, como hienas. La confianza rota hacía mella en mi corazón y revoloteaba como ave de rapiña. Te miré a los ojos y te encontré como siempre. Nada había cambiado. Eras el mismo que dejó a una mujer que lo amaba por mí, por la otra. Entonces me di cuenta que lo que llenaba de dudas a mi alma era yo. Yo no era la misma. Creo que regresé a mi antiguo yo. Me di cuenta que seguía siendo esa mujer que considera irrelevante un título, que vive de la adrenalina de tentar a otros. Me gusta ser la tentación, eso es simplemente lo que soy. Entonces te miré de nuevo a los ojos y me di cuenta que no te amaba. Supe justo ahí que la emoción se había ido. Tenía lo que tanto había deseado y ya no lo quería. No pude decir nada. Las palabras se agolparon en mi garganta. Mis ojos comenzaron a derramar las lágrimas que venían del fondo de mi alma. Deseaba más que nada en el mundo amarte, ser felices para siempre, como en las películas. Mi vida no es un cuento de hadas. Soy simplemente la otra. Nunca seré nada más. Ese día dije adiós como todas las mañanas, pero no fue igual. Dije adiós para siempre, no volví jamás. Sólo encontraste una nota en el buró con un lo siento, no puedo amarte manchado de lágrimas. Perdón, no sabes cuanto desearía poder amarte.