De entre mis más extraños sueños
emerges. Vienes a entregarme todo ese amor que te regalé y ya no te sirve. Hace
mucho te lo di y ahora vienes a decirme que ya no sabes dónde ponerlo. Ponlo
donde mejor te parezca, que a mí, ya no me sirve. ¿Qué uso le puedo dar a todas
esas noches en las que me recorriste entera? ¿De qué me sirve recordar cada centímetro
de tu cuerpo desnudo?
Me vienes a decir que ya no me
amas. Vienes como si nada, como si no hubiera pasado todo este tiempo y yo no
me hubiera roto en mil pedazos. Siempre duele, pero tú, me has hecho sentir el
frío hasta los huesos. Me has hecho temblar de ti, morir de sed. No puedes
venir a decirme que ya no me amas.
Toma todo eso que te di y
quédatelo. No tengo intención de guardarlo en el sótano, en la bodega de atrás
de la casa. No se me da la gana recibirte todo eso que me quitaste con cada
beso. No voy a pensar en todas esas promesas vacías que vienen acompañando a
cada una de las palabras sinceras que te regalé. Me arrancaste todo y ahora me
lo quieres regresar. No hay espacio. Llené el vacío de tu cuerpo con otros.
Cambié la luz de tus ojos por la oscuridad, más densa, más pesada. Reorganicé
los compartimentos de mi mente y los llené de libros. Cambié mi candidez por cinismo.
Ya no cabe la niña enamorada y transparente.
¿Te acuerdas ese día que me
dijiste que era la mujer de tu vida? Ya no cabe saber que hacía frío, que me abrazabas
y que el cielo era gris. Ya no hay manera de guardar que me besaste y me dijiste
que te morías de miedo de amar a alguien como yo. No existe forma alguna de
guardar en algún lugar todas esas sonrisas compartidas que me quitaron el
cinismo. No tengo lugar para meter todas las palabras que derrumbaron todas las
paredes que construí.
No tengo ya espacio para guardar
ese amor que te tuve. No hay manera ya de guardar toda la espera y las ganas de
ti. No hay forma de acomodar todo eso que me hiciste sentir. Hoy te me quedaste
fuera y dejaste todos los miedos y cicatrices de querer a alguien cuando hay
espacio.