Mi situación es la siguiente. Me gustaría amarte. De verdad, no desearía más que amarte. Sin miedos, sin tapujos y sin mentiras. Amarte más que a nada y poder corresponder eso que dices sentir. Sin embargo no puedo. Es más fácil decir adiós. Estoy acostumbrada. Ve el lado positivo, tampoco te pongas así. Es una señal. Es para salvarte la vida. Tal vez te amo tanto que decido dejarte ir. Eso no cualquiera. Mira que la vida conmigo no es fácil. Soy neurótica, terca, voluble y muy dramática. Tu vida a mi lado sería un infierno. Anda, no pongas esa cara. Te he dicho que es lo mejor.
La gente como yo no debe enamorarse. En primer lugar, perdería mi cinismo. ¿Qué queda entonces de mí? Me volvería cursi y dependiente. Tú no me amarías así. Calla. Lo dices sólo porque no me tienes. Todos quieren cambiarme. No es que no pueda, simplemente no quiero. Sin sarcasmo y frases hirientes no soy nada. No sería la misma, perdería mi esencia. Que no te pongas así.
Contigo lo intenté. Tómalo como un cumplido. Es más, a nadie la había dado antes explicaciones. Eres especial. Mira, que no es tan malo.
Imagina. Escribiría poemas e historias llenos de miel, cartas poco inteligentes que llenaría de te amos. No podría llenar entonces una cuartilla y sustituiría las frases sarcásticas por corazoncitos rosas increíblemente cursis. ¿Quieres eso? Yo se que no. El sólo pensarlo me revuelve el estómago. No podría escribir sobre el amor, a menos que no fuera correspondido. Ahí sí tendría que escribir. Este, desgraciadamente, no es el caso. Ya se ha escrito demasiado de amor. Es suficiente. Las historias de amor han pasado de moda. Hay que aceptarlo. Ahora debemos escribir de sexo, política y drogas. No se vende un sólo libro de amor victoriano. Ahí si pudimos habernos amado. En esa época me hubiera sido posible amarte desaforadamente. En ese tiempo sí te hubiera podido escribir interminables cartas de amor. No es que no quiera. Esto que nos está pasando representa un problema temporal. Haber vivido en otra época nos hubiera ahorrado este trance. Mira que entonces podrías pasar por mi casa, aventar piedras en la ventana para que yo saliera al balcón y escuchara tus confesiones de amor. Te miraría desde lejos y escribiría lo mucho que te amaría y desearía estar a tu lado. Ese es el problema. Ya no hay misterio, barreras, enemistades, razones para pelear por nuestro amor. Julieta podía escribir infinitas cartas de amor. Los separaba algo, cosa que los hacía más fuertes. Ahora con eso de que todos somos iguales, que la mujer puede trabajar y que la virginidad es un trámite, ya no es tan emocionante enamorarse. Amas y ¿qué? No pasa nada. Andas de novio y ¿qué? No hay formas de escribir historias de amor en estos tiempos. Simplemente no es rentable. No te pongas así. Ya te dije. Quiero ser escritora y nadie me comprará una historia en la que describa en 180 páginas la perfección de tu cuerpo. Ahora ni eso es interesante. Con eso de la cirugía plástica la belleza se compra, ya no es un milagro de la naturaleza. Mi novela no podría seguir con 100 cuartillas de lo maravilloso que es pasar tiempo contigo y lo mucho que me haces reír. Nadie me compraría ese libro. El problema aquí es que yo escribo de lo que conozco. Entonces, no puedo enamorarme así como tú me lo pides. No hay nada que nos separe. Sería feliz. A nadie le interesan las historias felices. Por algo han pasado a la posteridad las tragedias griegas. Hay sacrificios para alcanzar las metas. El mío eres tú. Perdón que sea tan directa pero es la verdad. No me puedo enamorar de ti. Es demasiado fácil. Perdería mi inspiración. No eres tú, soy yo.