No tengo una razón. No tengo ganas de econtrarme con esa persona que puedes destruir. No tengo ni la más mínima intención de volverme vulnerable ante ti. El dolor no es algo que me interese. Encontrarme emocionalmente desnuda nunca ha sido mi mejor traje. La vulnerabilidad nunca me ha sentado bien. Jamás seré esa mujer que te va a entregar el alma. No hay ya que entregar. La realidad de las cosas es que tengo demasiada alma para la vida y muy poca me queda para el amor. No me queda ya nada para ti porque llegaste tarde.
Me hubiera gustado conocerte cuando todavía podía decir la verdad. Antes no era tan cínica. Hace mucho tiempo que dejé de pensar en cuidar a alguien más. No he podido deshacerme de este miedo. No he logrado quitarme de encima toda la culpa de haber sido quien fui.
Probablemente, hubieras podido enamorarte de mi. Antes, no estaba tan rota. Dejé perdida la llave que me hace vulnerable, que me abre al mundo. A esa mujer, creo, si la pudiste haber amado.
La mujer que está frente a tí el día de hoy, no es nada comparado con la niña que ahogué entre tantas mentiras. Esa niña se murió entre el dolor y las ganas de amar a alguien más. Ella era transparente, simpática. Ella no tenía agendas escondidas ni mecanismos de manipulación. Ella te hubiera caido muy bien.
Ahora, entre todas esas agendas escondidas, perdí a esa niña. Me hubiera gustado que la conocieras. Ella si sonreía sincera. Ella no era pasivo-agresiva. Ella si podría haberte amado.
Yo ya no puedo amar porque me rompí conscientemente. Asesiné a esa niña que puede amar porque no pude soportar el dolor de amar sin ser correspondida.
Prefiero estar sentada aquí, hablando contigo. Prefiero decirte, en este momento, que me dejes ir y lo dejes de intentar. Me duele no ser todavía esa niña. Ella, te hubiera dejado entrar hace mucho tiempo. Ella te hubiera enseñado todas esas cosas que la gente hace por quien ama. Yo no. Yo no puedo ser esa niña. No me encuentro en posición de amar a nadie más. Se me acabó el amor por él y junto con el se escapó todo lo que podía sentir por alguien más, aún por mi. Me dejé de amar. Dejé de tener la capacidad de sentir. Porque ya no siento. No siento el frío ni las ganas de llorar cuando no te aman. No siento el calor y las ganas de sonreír cuando de verdad te quieren. No queda nada.
Estoy hecha ruinas y no hay manera de reconstruirme. No hay manera porque me aseguré que todo eso que tenía se fuera con él. Se lo regalé. Le dí todo y no me dejó nada. Yo se lo pedí. Porque si no lo podía amar a él no quería amar a nadie más.
En mi terquedad, en mis ganas de tener la razón, apagué en mi alma la poca luz que quedaba. Porque no hay manera de que yo pueda amar, si no es a él. Porque tengo que saber lo que se siente no amar después de romper tantas casas. Porque siento, muy en el fondo, que no merezco encontrar el amor porque lastimé demasiado. Me castigo porque no me creo merecedora de nada porque me la he pasado rompiendo demasiadas cosas.
No puedo amar. No puedo encontrarme en el punto vulnerable en el que alguien sepa quien soy realmente. Porque me muero de miedo que vean eso que el vio y salgan corriendo.
Me hubiera gustado encontrarte menos rota. Me hubiera gustado no haber sido tan soberbia y tan destructiva antes de ti. Me hubiera gustado que me hubieras conocido.
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