Monday, October 10, 2011

Así, de prontó, me olvidé de él.

Sentí como una mano rozaba el dorso de la mía. Sentí un escalofrío que recorrió todo mi cuerpo. Abrí los ojos. Me encontré acostada en una cama de hospital. Miré al hombre sentado junto a mi cama y no pude reconocer su cara. Me asusté. No podía hablar. Tenía en las manos un libro de poesía, Sabines. Reconocí de inmediato el libro. No lo recordaba así. La última vez que había visto ese libro fue cuando lo leí por primera vez. Pensé que tal vez que no era el mismo libro. No podía ser ese regalo de navidad que había recibido hace unos meses. 
-¿Cómo te sientes?-
-Mareada-
-Voy por el doctor. Espérame tantito-
Obedecí. Me quedé quieta en esa cama en la que no recordaba haber dormido y en ese cuarto que no reconocía. 
El hombre desconocido regresó con un doctor. Nervioso, emocionado, le explicaba atropelladamente cómo es que había despertado. 
-Estaba leyendo... y entonces le agarré la mano... y así... se despertó-
-Muy bien. Déjame hago una revisión rápida. 
¿Sabes dónde estás?-
-Supongo que en un hospital. Pero no sé por qué-
-Sufriste un accidente, pero estás bien.-
-¿Sabes cómo te llamas?-
-Andrea-
-¿Cuántos años tienes?-
-25-
-¿En qué año estamos?-
-2011-
-Muy bien. Tus papás vienen en camino. Te vamos a hacer unos estudios para asegurarnos que todo esté bien.-

El doctor salió del cuarto y me dejó sola con ese hombre que no conocía. Me veía como si no pudiera creer lo que estaba  pasando. Temblaba. No soltaba el libro que tenía en las manos. 
-Les dije. Les dije a todos que ibas a despertar.-
-¿Cómo?-
-Nadie me creía. Todos decían que era un pendejo por esperarte, por venir todos los días.-
-¿Pues cuántos días he estado aquí?-
-Andrea, llevas un año aquí.-

Sentí como si alguien me hubiera golpeado en la boca del estómago. ¿Un año? ¿Pasó un año de mi vida y no me di cuenta? Sentí como mi corazón empezaba a latir más fuerte. Sentí como que se me escapaba el aire, empecé a respirar entrecortado. 

-Gracias por haber venido todos los días.-
-Yo sabía que me ibas a escuchar. Eres un poquito terca así que sabía que tenía que decirlo muchas veces hasta que por fin me creyeras.-
-¿Creerte qué?-
-Que iba a estar aquí siempre. Que no me importaba pasar el resto de mi vida leyéndote Sabines hasta que entendieras que no te podías morir.-
-Pero... -

No sabía cómo decirlo. No encontraba las palabras para decirle a ese hombre que no tenía ni la menor idea de quién era. No encontraba la manera de romperle el corazón a un desconocido. 

Me abrazaba. Me tomaba de la mano, me besaba. Yo no sabía quién era. 

-Ya se.... te puedes enojar conmigo. Te entiendo.-
-¿Enojarme por qué?-
-Pues todo este tiempo. Todo ese tiempo antes de que te pasara esto y yo nunca te dije nada. La verdad entiendo que estés confundida. Ni siquiera sé que sientes tú y estoy aquí asumiendo... perdón.-
-¿Asumiendo qué? No entiendo nada-
-Asumiendo que tu sientes lo mismo. Que tu también tenías miedo de reconocer lo que sentías por mí. A lo mejor tu si me dijiste la verdad.-
-No entiendo nada. Estoy confundida. ¿eres mi novio?.-
-¿Cómo? ¿No... no me reconoces?.-
-La verdad no. Digo, me acuerdo de mis papás, de mis amigos... pero no sé quién eres. Perdón-

Bajé la mirada. Muerta de vergüenza por estar diciendo algo que parecía romperle el corazón. Se quedó callado. No sabía si estaba triste o enojado. No entendía esa expresión. No sabía cómo interpretar lo que pasaba en su cabeza. 
Después de horas de estudios que me dejaron exhausta, el doctor volvió a entrar al cuarto. Mis papás estaban ahí. El hombre, a pesar del ataque de ansiedad que parecía tener, seguía con ellos. Entre estudios y exámenes médicos, de pronto salia del cuarto y hablaba con mi mamá. Lo abrazaba y el movía la cabeza como negando algo.

-El accidente no dejó secuelas graves. Sin embargo, tuviste un pequeño daño cerebral. Es algo que no afectará tu vida de manera determinante.-
-¿Qué me pasó?.-
-El daño es en la parte del cerebro que "nos hace sentir enamorados".-
-¿Cómo?-
-El sentir amor está relacionado con esta parte del cerebro y fue la única parte que quedó dañada. El que puedas sentir o identificar ese sentimiento puede que haya quedado bloqueado. Con el transcurso del tiempo y terapia puede que esa parte vuelva a ser funcional pero no podría asegurarlo.-
-¿Eso significa que perdí la capacidad de enamorarme?-
-Básicamente.-

Así de pronto, me di cuenta que lo había olvidado. Sólo a él. No podía entender lo que pasaba en mí. Entonces, como si me hubieran dado la mejor noticia de mi vida, sonreí. Él tomó su libro, salió del cuarto y jamás volví a saber de él.


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