tuya

Temblaba como una hoja. Abrí los ojos y te encontré dormido a mi lado. Seguí el contorno de tu perfil con la mirada. Desee tanto besarte. No podía. Era impensable acercarme a tí, tocarte. El sólo pensar que podrías mirarme como yo a tí me quitaba el aliento. Pero no lo hacías. Estabas ahí, a mi lado. Tan cerca, pero a la vez tan lejos. Estabas dormido y yo despierta. Cerré los ojos y decidí abandonarme en un sueño, con la esperanza de encontrarte en él. Despertaste tú. Supongo que me miraste a tu lado. Tal vez no era quien esperabas, pero estaba ahí. Tu mano se acercó lentamente a mí. El leve roce de tu mano sobre mi vientre logró despertarme de un profundo sueño. Te sentí tan cerca, como nunca. Miles de pensamientos cruzaron mi mente, pero no podía pensar. Estabamos tu y yo, nadie más. A pesar de estar en un lugar lleno de gente, nadie más existía. Todo a mi alrededor era difuso y se diluía poco a poco. Nos fundimos en un abrazo y empecé a temblar. Tus manos entre las mías aceleraron mi respiración. Me hiciste temblar hasta los huesos. El deseo me quemaba por dentro, pero no era sólo eso. Era una espera que habia calado en lo hondo de mi ser por mucho tiempo. Por fin estabas ahí, por fin me tomabas entre tus brazos. El tiempo que te esperé pareció nada cuando tus manos recorrieron mi cuerpo. El recuerdo de tu piel sobre la mía, rozándome tiernamente eriza cada centímetro de mi cuerpo. El sol se asómo por las ventanas y el sueño se esfumó tan rápido como había empezado. Me miraste con ternura y yo acepté que no podría ser. Pero me volviste a tomar entre tus brazos, fui tuya como siempre lo he sido.
Tu olor esta impregnado en mi piel, para siempre.